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Image Hosted by ImageShack.us ¡¡¡Lo que es la vida!!! Lo absurdo de cada día: marzo 2006

miércoles, marzo 15, 2006

VIII

Perdió la alegría, no supo cuándo ni cómo, pero el caso es que la perdió. De repente se sintió sin energía, sin ganas de abrir los ojos, sin ganas de andar, sin ganas de imaginar. No creía, no tenía ilusión. No podía pensar, no podía escribir. No podía consigo mismo. Tras tres meses en esa situación, Ramón, no sabía que hacer ni cómo hacer para volver a degustar la vida, encontrarle sentido, sentidos de ser. Su paladar no distinguía sabor. Apático, todo le resultaba amargo, con lo cual su angustia existencial no dejaba lugar a la reacción. Parado, sin saber, sin poder. Encerrado, sin libertad para escoger. Ciego o cegado por tanto padecer. Tenía un problema, el problema estaba en él: lo que le jodía es que todo le jodía. Demasiado sensible, tal vez, en un mundo incomprensible para una mente que busca la paz y rehuye el conflicto, sendos conceptos absurdos para su persona y su forma de ser, pensar y actuar.

Intentó, una vez más, buscar una explicación o una razón lo suficientemente fuerte para activarlo, para salir de la nada en que se encontraba, pero no la halló. Después de beberse casi dos litros de cerveza, cayó en redondo sobre la cama, sin motivo, sin propuestas ni esperanza. Vacío de sentido, lleno de alcohol y de agonía.

viernes, marzo 03, 2006

VII

Y, ¿quién era María Isabel, a parte de la compañera de Manuel, madre de Maria y hermana de Raquel? Era una gran mujer, luchadora, amable y fiel. Yendo más adentro, directa al alma, podríamos decir, si tuviera que acotar su esencia en una etiqueta, ésta seria: inestable.

Pasando por alto el traumático episodio por los psiquiátricos, sólo apuntar que a partir de sus 25 años, el litio fue el único remedio incompleto que la mantenía, más o menos, en coherencia con ella misma. Pero era ella, ella, quién, al fin y al cabo, ponía toda la carne en el asador por digerir los periodos amargos. El grupo de terapia y su familia fueron también importantes, tanto como para que después de unos años no lo fueran tanto.

Del pasar por el mal trago de encontrarse en el más absoluto de los vacíos, tras, irradiante de energía, creer tocar la Luna y, así sucesivamente, el ciclo gira, vuelta a empezar, de abajo arriba, después de la subida la caída, adquirió nuevas perspectivas para entender y afrontar la vida. Con el tiempo aprendió a convivir con su otro yo, con aquél apático producto de esa enfermedad mental, en su día no tan conocida, como es el trastorno bipolar.

miércoles, marzo 01, 2006

VI

La gente que la conocía lo sabía, era una mentirosa compulsiva. ¿Qué eran mentiras piadosas? Puede ser. ¿Qué en ocasiones encubrían una verdad que no le interesaba revelar por miedo a perder la partida? Pues también es posible. Pero si algo era cierto fue la conversación que mantuvo con su hermana, María Isabel.

María Isabel siempre fue una especie de guía. Según ella le recordaba a Manuel, cuando de vez en cuando un objeto, un comentario, les remitía a su hermana, a su mujer: siempre que le perturbaba una duda, a ella que acudía. Bueno, lo de siempre, sería más conveniente ponerlo entre comillas, ya que eran menos las verdades que mentiras las que decía Raquel. En cualquier caso, verdad es que las palabras que a continuación cito, supusieron un punto y a parte en la relación entre ambas hermanas.

- Una cosa es reinventarte a ti mismo, y otra es hacer de tu vida una farsa. En el primer caso empiezas a caminar de nuevo, con nuevos proyectos intentas explotar tu potencial; en el segundo, un día te despiertas y te percatas de que no te conoces y, estás pérdida, Raquel, si continuamente te mientes a ti misma.

Raquel acabó distanciándose de María Isabel.